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Lo sé... claro, tu vida es tremendamente difícil.



"El hombre del tanque" (desconocido).
  Protestas en la Plaza de Tiananmen, Pekín, 5 de junio de 1989.-

Se dice que fue ejecutado un poco más tarde de tomarse esta fotografía en la que detiene con su sola presencia a toda una columna de tanques. Actitud.




Un hombre necesita algo de locura.

- Usted lo tiene todo... pero le falta algo.
- ¿Qué?
- Locura. Un hombre necesita algo de locura para cortar la cuerda y ser libre...    ¿Se ha enfadado conmigo?.
- Enséñame a bailar.




Zorba, el Griego. 1964.

Ahora, quéjate, por favor.

Si tienes comida en el frigorífico, ropa, un techo sobre tu cabeza y un sitio para dormir... eres más rico que el 75% del mundo.

Si tienes dinero en el banco, en tu cartera y algo de cambio suelto... estás en el 8% de la riqueza del mundo.

Si te has despertado esta mañana con más salud que enfermedad... eres más afortunado que el millón de personas que no sobrevivirán a esta semana.

Si nunca has experimentado el peligro de la guerra, la agonía de la prisión o la tortura o el azote del hambre... tienes más suerte que 500 millones de personas que lo sufren ahora.

Si puedes leer este mensaje... eres más afortunado que 3.000 millones de personas que no saben leer nada.

La muerte no existe.

Antes había "Más allá". Te morías y te esperaba la otra vida para bien o para mal. Había un escenario posterior, algo extraordinario, incomprensible y misterioso. Posiblemente allí habría una justicia definitiva. Por eso la Muerte no era tan terrible -"ha pasado a mejor vida"-. Exitus letalis. La muerte era un tránsito, un paso casi indoloro para dejar de sufrir y entrar en la gloria eterna y descansar de este valle de lágrimas. Pero ahora somos laicos... y consumidores. La muerte ya no mola. No vende, aunque morirse es caro. Casi la negamos o la convertimos en estadísticas. Ahora es algo trivial, es una vulgaridad morirse. A quién se le ocurre. Accidentes cardiovasculares. Operación retorno. Ahí mismo  estaba, tan tranquilo y míralo ahora tan calladico. Morimos en frías salas con luz artificial. Nadie muere en su casa. Qué asco morirte en tu casa. Y tenemos tanatorios. Mitad boutiques, mitad hoteles fashion al lado de un polideportivo o de unos cines. Sales de ver la última de los hermanos Coen y te vas a ver un par de muertos. Tan ricamente. Y eso que un cadáver es incómodo. Como que no sabes qué decirle. Lo menos cool que te puedes echar a la cara. Pero imagina que además llega a despertarte alguna emoción o llega a hacer que te hagas preguntas sobre quién coño eres. Intolerable, vamos. Qué cojones se ha creído el fiambre éste. Para mí que se está riendo por dentro el cabrón. Así que nada, a manufacturarlo rápidamente, casi mejor lo quemamos. Es que ahora es lo que se lleva. Listo en 48 horas, ni lo ves.
Y en este mundo sin horarios, el tiempo no existe. Pero morimos. Luego el tiempo pasa. Aún con bótox y agua mineral con la etiqueta del arroyo de la montaña con nieve. Envejecemos y morimos ¿Qué ocurriría si viéramos por un agujerito el momento de nuestra muerte? El mejor filtro para separar lo importante de la estupidez diaria. Para separar tu "lo dejo para mañana" de "lo que siempre he querido hacer".