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El mejor consejo que te darán jamás.


"Sois un alma que sostiene un cadáver".
Epicteto ( 55-135 d.C ),



Mi amigo Natxo con la aguja.


"Cuentan los hombres dignos de fe ..." , bueno, así empieza un cuento de Borges, magnífico y cortísimo, que me sabía de memoria de jovencito. Cuenta la leyenda, digo, que cuando un general romano entraba victorioso en Roma tras una dura campaña bélica, la multitud le aclamaba y vitoreaba en las majestuosas avenidas, otorgándole riqueza, honor y fama para la posteridad. El mundo estaba a sus pies. Caer en la soberbia estúpida era fácil. Sin embargo, los romanos eran unos andobas pragmáticos y llenos de doctrina estoica, al menos los mejores de ellos. Así pues, disponía la tradición que un tipo, generalmente un sencillo esclavo sin ningún boato, se colocara detrás del general victorioso durante el glorioso desfile y le susurrara continuamente al oído: "Memento mori, memento mori, memento mori...". Recuerda que vas a morir. Sencillo. Brutal. Puro. Me estremece el susurro del esclavo que sólo aquel general podía oír en medio del ruido ensordecedor, el ruido del mundo. El mismo ruido alienante de nuestro tiempo. 


Cuando sea un viejecito, ahí seguirá.
Ya veremos si le añadimos más adornos con el tiempo.

Recuerda que algún día dejarás de existir. No caigas en la arrogancia. Vanidad de vanidades, dice el Eclesiastés. Carpe diem es la versión, un poco más light, de Horacio. Disfruta la Vida mientras puedas... que dicen los compadres en los bares. Algo así como escribir en un papel diez cosas que quieras hacer (o volver a hacer) antes de morir. No importa qué cosas, cada uno tiene las suyas, personales e intransferibles, mágicas e íntimas. Las oportunidades no vuelven. O tal vez lo hagan en contadísimas y muy preciadas ocasiones. El tiempo no espera a nadie, dicen los ingleses. Tempus fugit en todo caso. Así que cuando no sepas qué decisión tomar, recuerda que vas a morir pronto. Es más tarde de lo que crees. Todo, absolutamente todo, te será más sencillo. ¿Qué importa que fracases, qué importa la vergüenza, qué pierdes con intentarlo? Sólo un necio puede pensar que no es una frase vitalista, rebosante de VIDA. Mírate mañana en el espejo ¿así es como quieres vivir el resto de tu Vida? ¿Vas a morir sin decir cuánto quieres a la gente que quieres? ¿No vas a enmendar ese error aunque sea diciendo "lo siento" a tal persona?


La aguja y la piel.


Así que había pensado escribir  un sesudo post sobre el porqué de este nuevo tatuaje, mi tercero. Con él inauguro ciclo vital y cronológico: la cuarentena. Pero he caído en la cuenta de que debería comenzar ese hipotético e ilustrativo artículo hablando, por ejemplo, de cómo deslizo la yema de mi dedo índice por la curva de la cadera de Anne mientras duerme. O  hablando sobre lo pequeños que se ven los pueblos entre los valles verdes desde la cima del Irumugarrieta una mañana de primavera tan azul que hiere. O de lo que siento al abrazar a mi madre y sentir su dulzura infinita. He pensado que también debería hablaros en ese supuesto post del ángulo de ondulación exacto del mechón del pelo color caoba de Miren sentada en la primera fila en el primer curso de la Universidad; hace veintidós años de esto. O de la noodinámica de Frankl, o de cómo presentí -la única vez en mi vida- la muerte rondando en la habitación de la residencia de Esperanza una tarde de verano; murió al día siguiente. Quizás debería mencionar en ese futuro post algo sobre cómo  el mar se tiñe de naranja con el primer rayo de sol al bañarme desnudo en el Mediterráneo o sobre aquel paseo en barca en el Tiergarten. O cómo escuché en completa soledad el canto de los monjes gregorianos en un monasterio en plena oscuridad en un viaje catártico, solitario, sin destino y finalmente fructífero. Me vería también en la obligación de hablaros de los momentos en que he herido a algunas personas, con la palabra, la acción o la omisión, y eso se me haría duro, claro. Veo que debería también hablar de mis errores, porque si sabes que vas a morir algún día, no debería repetirlos jamás; al menos, no los mismos. Debería escribir algo en ese post sobre llamar personalmente a personas que he herido y pedirles perdón. Para seguir ilustrando el porqué del tatuaje, también debería comentar algo sobre una madrugada de bares por Montmartre, sobre cómo las aguas cálidas de Iguazú caían sobre mí empapándome el cuerpo y el alma en mitad de un sonido atronador. O sobre alguna llamada telefónica inesperada a las cuatro de la tarde o  sobre cómo se siente el latido del corazoncito de un gato recién nacido o, incluso, si me veo apurado, sobre cómo retumbó el suelo al primer acorde de "Birth, school, work, death" de los Godfathers en el Apolo del Paralelo. También podía mencionar la noche que vi La Bohème en la Staatsoper de Viena. No podría dejar de hacer referencia también, en ese supuesto post, a las personas extraordinarias que de vez en cuando han caído en mi vida, aquí y allá, como pequeños milagros que casi nunca he merecido. Hablaría de las puestas de sol en el Algarve, de Pamplona en un 6 de julio a las 12 del mediodía con una botella en una mano y una chica en la otra o del pneuma de los griegos.  No se me olvidaría hablar tampoco en ese post -todavía inexistente- de la vibración exacta de la cuerda pulsada al aire antes de tocar el primer acorde de "Angie" en La menor en una guitarra acústica desnudo en la cama con una chica y una taza llena de fresas. Debería hablar también, por supuesto, sobre mis notas al margen escritas hace casi veinte años en mi ejemplar de "Sobre la brevedad de la vida" de Séneca o escribir algo también sobre lo orgulloso que me sentí al aprender a mecanografiar a 190 pulsaciones por minuto después de haber tenido dos secretarias, dos. Uno de mis mayores logros. Lo digo muy en serio. Debería mencionar la sorpresa en unos ojos al levantarse de madrugada para coger un vuelo inesperado a París para desayunar croissants en los Campos Elíseos o de alguna noche loca por los canales del Barrio Rojo de Amsterdam. Debería mencionar en dicho post algo sobre mandar a la mierda un trabajo por el que se matarían millones de personas; debería hablar sobre beber agua fresca de una fuente de la Plaza de Recoletas de las manos fuertes y protectoras de mi padre siendo el niño que una vez fui.

Debería escribir en ese supuesto post un puñado de cosas más. Debería...

Así que he pensado que iba a ser demasiado trabajoso escribirlo realmente y no lo haré. Además, tampoco importa tanto por qué coño un tipo que tiene un blog se ha tatuado eso en el antebrazo. Y tampoco voy a explicárselo al que no lo entienda.

Film protector 48 horas y las guitarras de Anne.

Eso sí, quiero recordar a menudo que voy a morir algún día, para que cada pequeño detalle de mi Vida la convierta en un hermoso viaje o para no equivocarme demasiado a la hora de sacar a relucir mi orgullo estúpido. No quiero olvidar las cosas importantes de la Vida, como aquellos generales romanos. Quiero ser un mejor tipo. Y desde luego, quiero ser siempre fiel a mí mismo, cueste lo que cueste.
Quiero que  todo esto sea un hermoso viaje pase lo que pase. 
Como buscar perlas entre la mierda sin perder nunca la fe.
Eso, jamás.

Porque tal vez este sea el mejor consejo que nadie te pueda dar jamás: recuerda que vas a morir. 









8 comentarios:

  1. Lo he leído tres veces. Enorme, emotivo... Sin más.

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  2. El tiempo perdido siempre es irrecuperable.Fenomenal.Yo soy uno de esos que debe pedir perdón demasiado a menudo.Felicidades.

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  3. Amigo Miguel.- En fin, gracias. Pero he puesto negro sobre blanco (o tinta sobre piel) lo que todos sabemos... aunque... se nos olvida tan a menudo... Lo sabemos pero actuamos como si fuéramos inmortales, mala cosa. Si nos viéramos por un agujerito en nuestro lecho de muerte, o si viéramos a otros en ese momento, nuestra forma de actuar sería radicalmente diferente. Nuestra Vida cotidiana cambiaría de forma absoluta en cuestión de segundos, como una súbita iluminación. Algunos somos tan borricos que necesitamos recordarnos eso a diario, de ahí el tatuaje. Otros no lo necesitan, yo sí. El Carpe Diem de los veinte años, se transforma en Memento Mori a los cuarenta, no por la cercanía de la Muerte (se aproxima, quieras o no), sino porque ese Carpe Diem toma un cariz más moral, aunque sin olvidar el disfrute intenso de la Vida. Sigues disfrutando la Vida pero le añades el plano moral. Nos deberían enseñar esto en el colegio y no los ríos de España. Pongamos un ejemplo: tienes un curro que no te gusta. Te levantas, te quitas la corbata, le explicas a tu jefe que es una mierda de trabajo, le explicas lo que opinas, pones una canción de ACDC, que te mola, y te largas. Parece un escándalo, ¿no?... pues cuando te estés muriendo, no será más que una sencilla anécdota sin importancia. Otro caso: una mujer que te gusta. Te acercas, le dices que es la mujer de tu vida y que quieres salir esta noche con ella. Esta noche, no mañana ni pasado. Uhhhh, qué vergüenza, qué locura... pues cuando seas un viejo muriéndote en una sala de hospital mal pintada, eso no tendrá la más mínima importancia, ni te acordarás. Y son actos que te pueden hacer tremendamente feliz en tu existencia, aquí y ahora. Eso es lo que me interesa: sabiendo que vas a morir ¿cómo vivir con más libertad personal?¿cómo elegir hacer el bien y no el daño? ¿a qué renunciar y a qué no renunciar? Salud y ganas de vivir.

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  4. Amigo Fernando.- Quizás el tiempo sea irrecuperable, pero pedir perdón es una forma de "cambiar el tiempo". Lo mismo que hacer antes de morir las cosas que siempre has querido hacer. Hacer algo que tienes pendiente no puede cambiar el pasado pero sí cambia los hechos futuros. Ya lo dice Heidegger en "El ser y el tiempo". También lo dice Iván, un borrachín de nariz roja (como los de antes) que conozco del bar de abajo. Gracias por tu comentario.

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  5. En general, no me gustan los tatuajes, en particular, bendigo el momento en el que decidiste aprender mecanografía y "grabar" tu vida a golpe de tecla. Lúcido , enorme y cálido post.
    Estoy ahora mismico leyendo un texto que dice " ¿cómo puede uno conocerse a si mismo?"preguntaba Goethe y respondía:"no por la contemplación sino por la acción. Procura cumplir con tu deber y sabrás lo que llevas dentro. ¿y cual es tu deber? Lo que pide el día".... y Fichte, escribió: "te encuentras aquí no para contemplarte a tí mismo, no para cavilar sobre piadosas sensaciones; estás aquí para la acción. Tu acción, y solo tu acción determina tu valor.

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  6. Amigo Arqui.- He acabado de leer algo de Harry Crews (escribe bien pero no es Top10). Dice: "La reflexión y el conocimiento son inútiles. Lo único importante es el Acto". Cómo se parece a lo que citas tú. Lo escribió un tipo que perdió un hijo y se tatuó un poema en el brazo. Algo sabría.... En fin. Llega un momento en la Vida en el que el devenir del tiempo te interroga, te sacude y uno puede elegir dos caminos: el de la autocomplacencia, las excusas, la reflexión o bien, el camino del HACER. Los cuarenta es buena época. Arreglas un par de cuentas con el pasado y te dedicas a vivir más intensamente. Siempre la acción. Quizás los momentos vitales sean eso: optar por reflexionar en tu rincón o dar un paso adelante. Personalmente me siento tan agradecido a la Vida que doy paso a la acción, doy un paso adelante. Odio la autocomplacencia y la autojustificación.

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  7. Un gran lema, irremediablemente necesario. Muy coherente con tu forma de ser. Espero que te dure largo tiempo.Inx.

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  8. Amigo Inaxio.- Gracias por el comentario. Lema irremediablemente necesario, necesariamente irremediable. Largo tiempo durará, en mi brazo y en mi forma de ver la Vida. Es curioso pensar que cuando palme (a los 80, según estadísticas) ahí seguirán esas letras, en mi brazo, quién sabe si ampliadas o adornadas, quizás menos brillantes pero la frase seguirá siendo igual o más intensa. Seremos la primera generación de abuelos tatuados. Cuando sea un abuelete en una residencia intentaré convencer a mis abuelitas compañeras de comedor de aprovechar la Vida y sus placeres hasta el último minuto. Je. Ougghhh, qué forma más vulgar de ensuciar la poesía del post, joder.

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