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Bares de viejos.




Pues que me gustan los bares de viejos. Y los bares de chinos. Algún día haré una guía de los mejores de la ciudad. Podría regalarse junto al ejemplar del mes del Cosmopolitan o así. Por joder más que nada. Para ver la Vida real entre tanto imbécil y tanto guatsap. Qué pasa. Uno está tranquilico allí. A su rollo. Una cosa importante es que no te vas a encontrar a ningún modernuki gilipollas. Gafapastas que te dan la plasta con la mierda indie o indy o indi o te hablan de algún barrio guay de Nueva York. Que te calles, bocachancla. En fin, si hablamos de un bar de viejos regentado por chinos, ya es la hostia. Como un paraíso de barrio, un confesionario de palillo en boca, un pozal gintonic de MG que sustituye a esas avemarías absolutorias de antes. Una terapia verborreica de urgencia con desconocidos, un par de tintos peleones para el camino. Una casa de retiros espirituales al doblar la esquina, el spa del proletario de mono azul. Zen de plazoleta y esquina. O un sencillo trago exprés que echarte al coleto. Claro que casi nunca debes llevar a una mujer a un bar de viejos, eso no. En fin, a lo que iba... que Adelita, la camarera, es china y tengo serias dudas de que se llame Adelita porque es china. Que una china es difícil que se llame Adelita. No sé si me entendéis, que es raro, quiero decir. Me estoy liando con el silogismo o razonamiento circular o lo que sea. El pelma de Borges haría un cuento sesudo con esto. Bueno, que los parroquianos le llaman Adelita porque su nombre debe de ser la mar de complicado al ser china, suponemos todos. Adelita enseña a su hijo, un crío de unos seis años, a decir tacos. El niño también es chino y le llaman Patxi. Ahí lo dejo esta vez con lo del nombre. Sigamos,...  me gusta una madre que enseña tacos a su hijo detrás de la barra. Yo voy y colaboro y le enseño un par de expresiones tabernarias, que estoy hasta las pelotas de finuras y sutilezas, que he estado leyendo a Pessoa hace un rato. Ahí de pie, en la barra, con los compadres. Esta será la cuarta o quinta vez que le meto al Libro del Desasosiego. Y cuando le enseño tacos al pequeño cabrón se ríe como un cabrón pequeño, que es lo que es el Patxi. Un diminuto cabrón chinolis y salao.  En los bares de viejos siempre hay calendarios raros en la pared y una peli de vaqueros en una tele vieja, a cualquier hora. O fútbol, lo que es peor aún, un Málaga-Getafe a las seis de la tarde. Los calendarios suelen ser de algún negocio de fontanería, suministros de hostelería y así. Abundan los jubilados, claro.También suele haber gallegos. Y ahí están los andobas casi a cualquier hora, con sus cosillas... que si una jubilación anticipada por la espalda, ¿sabes?, que si mi niña se ha ido a Irlanda para trabajar... Joder, el Venancio con bastón, cómo ha perdido... Pues que la cosa está muy mala, qué le voy a contar, oiga. Y esas cosas tan otoñales y algo tristes, la verdad. Puerca Vida... Yo escucho. Y bebo. Y escucho y bebo y me arreo un chupito Bayley's que siempre me ha gustado y alegra el corazón del hombre. Yo es que suelo ir a los bares de viejos a horas insospechadas e intempestivas e increíbles e inusitadas. A las once y media de la mañana (de sábado, que uno es funcionario pero tiene su horario), a las cuatro de la tarde pasadas o a las diez de la noche. Y escucho las conversaciones, como digo.... Y bebo más cosas, a veces cafés, no vayáis a pensar que yo...no, no. Otras veces charlo con Marquitos mientras se atiza un solysombra antes de irse de putas. O con Aleksy, un polaco ex-taleguero que me juró  amistad eterna una tarde que estábamos borracho-putos de vodka bien frío. Esas charlilllas al sol en sillas de metal cedidas por alguna marca de cerveza española y cañí. Ah, y  tampoco penséis que los parroquianos son gente romántica, eso del fracaso y los sueños del hombre llano y la lucha cotidiana del trabajador y tal. Qué va, qué va. Ni leches,... ñecles,... cero. Son una pandilla de hijoputas resabiados casi todos. Alguno tiene más peligro que una mamada con ortodoncia. Pero uno aprende cosillas. Eso es lo que cuenta, ¿no? Que a esta vida se viene a aprender, dicen. Pues yo aprendo ahí más que en la Universidad esa a la que parece que un día fui. Ya te digo...



De charleta en la terraza de un "bardevi".













4 comentarios:

  1. la chica que se parece a Janis Joplin31 de agosto de 2014, 17:30

    Hola!
    Hace meses y meses que no paso por esta que es tu casa,y veo que sigues como siempre,a contracorriente.
    El motivo de mi visita es que el otro día te vi,entrabas a mi bar, Qué ilusión!!!
    Todo mi gozo en un pozo...
    -Dónde esta el baño?
    -Al fondo a la derecha,(como en todo bar que se precie).
    Para la próxima vez contrato a un chino y unos jibiletas...
    Bueno que no cambies,y sogas con tu lucha por vivir...

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  2. Hola, chica que se parece a Janis Joplin.- Alégrome sobremanera de ver que regresas de nuevo a este humilde blog. Claro que la próxima vez te impongo el sano deber de saludarme no virtualmente. Me suelo dejar invitar a beber fácilmente.... Un beso.

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  3. Pessoa es Dios y el Libro... la Biblia.

    He dicho.

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    Respuestas
    1. Razón tienes, de ahí que me lo haya trincado varias veces. Da gusto leerlo leerlo mientras te trasiegas unas jarras, ahí con el malevaje.

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