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14.600 días.


"Debido a que no sabemos cuándo moriremos, pensamos en la vida como un pozo inagotable. Sin embargo, todo pasa sólo un cierto número de veces y, en realidad, muy pocas. ¿Cuántas veces más recordarás una tarde de la niñez, una tarde que se volvió una parte tan profunda de tu ser, que no concibes la vida sin ella? Tal vez cuatro o cinco veces más. Tal vez ni siquiera eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Tal vez veinte. Sin embargo, todo nos parece ilimitado".
Paul Bowles, "El Cielo Protector".-

" A mitad del camino de la vida..."
Dante, "La Divina Comedia".

480 meses. Una carrera universitaria. Tres chicas en serio, las has amado de verdad durante varios años, lo sabes. Todavía las quieres de alguna manera con toda tu alma. Te llevaste a alguna a desayunar a París sin avisar, la Torre Eiffel abriéndose entre las nubes en el  amanecer rosa desde el avión.  Otras muchas no tan en serio. El otro día hiciste una lista (cabrón) y ni las recordabas a todas, esas cosas que hacen los chicos de vez en cuando aunque lo nieguen. Una bicicleta que no cambiarías por nada del mundo; le has puesto nombre propio y luces multicolor que brillan de noche. Tres ciudades, seis casas. Unos cuantos singles originales de los Rolling. Y autógrafos. Bastantes conciertos de rock; sabes que Dios te quiere cuando ocurren esas cosas como ver a Leonard Cohen o a los Ramones o a James Brown. O a Oasis o Nick Cave o Dylan o Guns and Roses. O a Lou Reed o ACDC o Dictators. Por supuesto, a los Rolling no sé cuántas veces en no sé cuántas ciudades. Pero sigamos. Bastantes aviones. Innumerables libros. Nunca estarás suficientemente agradecido por lo que escribieron los estoicos y cínicos hace dos mil años, te acompañan en momentos duros, en momentos trascendentes o vitales. Algunas medias maratones en menos de 1,45'. Unas cuantas canciones que te ponen la carne de gallina. Guardo una cajita con algunas miradas que valen una vida entera. Pocos amigos de verdad, ¿dos? Se te escaparon tres lágrimas cuando abrazaste a uno de ellos al emprender viaje a su nueva vida. 10.052 kms. Algo se muere en el alma... Un par de peleas callejeras, nada grave; hay que pelearse como Dios manda al menos una vez en la vida. ¿Para qué discutir pudiendo pelear? Otro par de veces he ofrecido cheques en blanco; sin esperar nada a cambio. También he hecho cosas mal, rematadamente mal. Habrás visto unas cinco o seis estrellas fugaces y has pedido deseos, claro. Muchos viajes, has recorrido toda Europa. Cuatro empleos, todos fijos y seguros; el último, muy bien pagado, que mandas al carajo un buen día de final de verano. Te sientas una tarde en un café del Born, sacas tu libreta y escribes "Prioridades: Tiempo y Tranquilidad". Tus dos T's. Cambias de vida, de empleo, de chica, de casa, de ciudad en un mes. Tampoco diré que fue sencillo. Decido echar al cubo de la basura para siempre el MBA en esa Escuela de Negocios tan guay. Meteos los cien mil euros anuales en el culo, quiero conservar la magia de sentirme vivo, el brillo en mis ojos. Cada vez que os metáis un billete de cincuenta en el ojete podéis hablarme de motivación, inteligencia emocional y liderazgo. Soy demasiado cabrón para seguir esa pantomima de hombres muertos. Me deshice de ocho o nueve trajes, he jurado jamás volver a llevar corbata. Ahora compro camisas extravagantes y americanas de terciopelo azul . Has prometido que tu mayor responsabilidad diaria será decidir entre cortado o con leche en el almuerzo. Y luego vas y te sacas a la primera las últimas oposiciones del mundo mundial, aspirando, coherentemente, al nivel con menos responsabilidades de los disponibles, por favor. Y te haces funcionario, qué mamón. Trabajas viendo preciosos bosques a través de una cristalera. Hueles el humo de leña en invierno, escuchas música clásica. Gano diez veces menos, soy diez veces más feliz. No quisiste esa Blackberry, no escuchaste cantos de sirenas corrompidas. Convenciones de empresa, demasiadas. Gatos, insuficientes. El desamor te ha mordido el corazón dos o tres veces; si lo hace es porque estás vivo, ¿no?. Escuece, os lo advierto, pero aprietas los dientes y se pasa con el tiempo, siempre el tiempo. De salud, bien. Hace unos pocos fines de semana echaste nueve polvos; algunos gatillazos siempre inoportunos pero te acabas echando unas risas con el tiempo; así ya no parezco tan engreído. Qué haríamos sin el eterno fornicio... Besos, incontables. Mucho amor, incluso el que no te mereces. No recuerdas ninguna desgracia... de momento. De vez en cuando, un paseo por el lado salvaje pero echando miguitas para encontrar el camino de vuelta. Aprendiz de todo, maestro de nada. Te pillan algunos chaparrones en mitad de la primavera, de esos que se secan rápidos. Dos tatuajes, una cicatriz. Bastantes botellas, y suma y sigue; el vino alegra el corazón del hombre. Pocos hospitales, muchos más bares. Un puñadito de fracasos, valiosos. Algunos baños en pelotas en el mar al amanecer. Ningún hueso roto. En general, más sonrisas que lágrimas. Más calor que frío. Y la niñez, feliz. La botella sigue aún medio llena aunque tengo pendiente oír más sinfonías y contemplar más veces la luna grande y roja. En resumen, que no ha sido sencillo llegar hasta esta precisa taza de té en el café más bonito del mundo con la mejor compañía posible ... pero ha merecido la pena. Y pronto, esa moto tan guay. Creo que lo mejor es enemigo de lo bueno y creo que hay que tirarse a la piscina de tarde en tarde, por probar más que nada. Así que esta tarde abriré esa botella y te regalaré la luna entera. Y  mañana, con su permiso, seguiré haciendo  lo que me dé la real gana. Ah, y no sé cuántos posts en el blog ese. 

Os regalo una de las canciones más bonitas del mundo. 
Salud.

Eso es todo.


Posiblemente, el mejor club de rock del mundo.



                                  *




    

"God save the Queen / Dios salve a la Reina".
   The Sex Pistols.


Escaleras estrechas hacia el subsuelo de Londres, oscuridad y aroma añejo, paredes rojas, rocanrol. Pues hacía ya más de cinco años que no venía a esta ciudad. Así que que cuando llegas, una vez más sabes indefectiblemente que te acabarás pasando por el Templo, la Basílica o el Sancta Sanctorum del rock mundial más de una noche. Como visitar a una antigua amante. Ni el CBGB de NY ni el Marquee cercano existen ya, y juntos no tenían en vida ni la mitad de historia que el 100 Club, que también ha pasado penalidades recientes para continuar abierto. Una entrada discreta cuya estrecha puerta pasa desapercibida en medio del maremágnum consumista de Oxford St. Vale, me he pillado un par o tres de camisas estrambóticas; espero que no me confundan por aquí con un puto hippie. Pero eso son cosillas de los aldeanos convecinos. Bueno, en el 100 Club llevan programando música en directo desde 1942, en plena guerra, bajo las bombas alemanas. Generalmente sueles ir allí para empezar la noche, más bien la tarde, y largarte luego a otros garitos más o menos cercanos, más o menos contundentes y por supuesto, más indecentes. Igual hago otro post al respecto sobre la noches golfas en Londres. Sin duda debería entrar por la puerta arrodillado y precipitarme escaleras abajo pero la hostia sería de tal calibre que pasaría automáticamente a engrosar la lista de fetichistas gilipollas del rock. Lo soy (gilipollas y fetichista) pero intento disimularlo. Así que haces como si te pasaras por ahí cada noche y tal, con soltura ibérica, qué hostias. Si hay que ir pues se va. Saludas a los porteros y directo a la barra a pillar una par de pintas. Bueno, si hay que dejar algo en el ropero, lo dejas. Con elegancia rockera, que hoy estrenamos Dr. Martens de terciopelo púrpura -cágato lorito-. Aquí en el pueblico las mujeres se fijan en mis botas, estoy sorprendido. Compradas en Carnaby, ya he dicho lo de fetichista y lo otro, aunque no salen más caras por la calle en donde las compras. Dr. Martens tiene tiendas en todo Londres. Y si crees que son de skin, no sabes mucho. Pero aunque vayas de tipo duro, por dentro no puedes evitar pensar en todos los que han tocado allí. Así que empiezas a recorrer el local para ver las fotografías colgadas y refrescar la memoria. Intentas que no se note la impresión mucho y vas dando traguitos a tu cerveza con desparpajo, como si nada. No importa mucho quién toque esa noche, la verdad. Lo importante, como cuando sales con una chica la primera vez, es "estar dentro", y eso es lo que cuenta. Y... estamos dentro.

Adoremos, hermanos y hermanas, al número 100. 

Te puede tocar ver una banda de blues, puede ser una noche punk-rock o una de esas bandas que sólo puedes escuchar en Londres o Nueva York. No importa. En ese puto escenario de pocos metros han tocado todos tus héroes. ¿Qué mas puedes pedir? Un chupito de Captain Morgan, pasta en el bolsillo  y la chica más guapa del mundo a tu lado. Concedido. 


Nº 100, Oxford St.

Pues que te acodas en la barra -no suele estar masificado, por lo general- y te dedicas a partes iguales a disfrutar la banda que toque y a imaginar cómo se las ingeniaría Metallica, que no me gustan demasiado, pegando saltos encima de esas históricas tablas. O a los Sex Pistols echando japos al personal o a Paul Weller tocando con elegancia, o a Siouxie and The Banshees provocando al personal, o a los Clash reivindicando sus cosas o al mísmísimo Chuck Berry sin espacio para patear su paso de la oca. O a Primal Scream, o a Van Morrison. El amigo Lemmy o Ron Wood se suelen pasar por ahí a veces a echar un trago. Aunque la cosa empezó con el jazz de Louis Armstrong o Billie Holliday. Algo más tarde el blues, hablamos de gente tan desconocida como Muddy Waters, Bo Diddley o BB King. Luego llegaron los nenes blancos (los putos blancos que dice mi primo) como los Who o Animals, los Pretty Things o los Kinks. Después los Damned o UK Subs. Podíamos seguir con Oasis o Muse, pero para qué más... Si sabes algo de rocanrol, estarás deseando ir allá.


Empinando entre los Sex Pistols, los Clash y los Rolling.
Tapo una foto de los Specials.




¡ Busque el número 100 en cada foto !



Juanito el Podrido, pegando saltos.
Metallica, concierto sorpresa.
Strummer, Jones y Headon (falta Simonon en la foto).
El viejo Chucky.
Los chicos, sudando. Unos tal Rolling Stones.
Abajo, Paul Weller.
                                                      
                                
Blur.
El Beatle pelma ese.
Alice Cooper.