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Bocas pequeñas para tanta Vida.



Ciutat podrida...
Ara que ets adormida, els carrers son plens de foc /

Ciudad podrida...
Ahora que estás dormida, las calles están llenas de fuego.
La Banda Trapera del Río, "Ciutat podrida".




En el corazón de la ciudad, a un costado de la Barceloneta, al fondo a la derecha según miras de frente al fracaso. Casa El Pirata y sus compadres. Torceduras de la Vida. De espaldas a la luz, a un lado -lejano- de la suerte.  Y mucha cerveza, y chicas malas y amor de contrabando. Dos copas de más y siempre una de menos. Ya mañana será domingo, ya mañana tantas cosas, pero mañana, mañana... Besos en los labios y licores de alta mar. Y los Clash a toda hostia. O Aznavour, claro. Y el Leo ya está en la calle; dice que olía el Mediterráneo desde el chabolo. El salitre en los pezones de Lola. La punzada del deseo manchado con espuma de ola sucia. Gasolina y whisky, frontera y serrín. Amores de portal, marineros naufragados antes de hacerse a la mar. Bocas pequeñas para tanta Vida. Carcajadas en carne viva, las únicas que valen. Dientes torcidos y palabras verdaderas para olvidar pronto. 

La Vida, a chorros y, cerca, el mar.






Cosillas sin importancia.



"Es en esa emoción primitiva denominada asombro
donde debe situarse el verdadero comienzo de la filosofía"
Peter Wust, "Die Dialektik des Geistes"



"... and quit runnin' for that runaway bus, 'cause those rosey days are few,
and stop apologizin' for the things you've never done, cause time is short and life is cruel /

... y deja de correr tras ese bus que se escapa, porque los días de rosas son escasos,
y deja de pedir perdón por cosas que no has hecho, porque no hay mucho tiempo y la Vida es cruel ".
"Town called malice", The Jam.



Pues que entro en el bar en esta mañana tan bonita. Qué preciosa. Qué bien el sol. Y como ya han dado las doce del mediodía, puedo pedirme una cerveza. Si no fueran las doce, sería un café con algún bollo. Lo del bollo es probable pero no seguro. Lo de que sean ya las doce para pedir birra y no café sí que es regla de oro desde que descubrí que los sábados puedes desayunar y leer la prensa fresca en los bares. Esos descubrimientos sencillos y tan importantes que haces a los dieciocho o veinte años y que te marcan de por Vida. Lidia me sirve la cerveza mejor tirada del mundo, insuperable. Consigo mesa al lado de la ventana, me siento con un periódico recién comprado. Todo el día por delante, pasta en el bolsillo y salud para gastarla. La Felicidad debe ser algo cercano a esto aunque tengo suficiente edad para saber que algunos dolores ya no serán provisionales. Así que mientras dejo reposar la cerveza me pregunto si el concepto de angustia de Kierkegaard puede equipararse, o al menos extenderse, al problema existencial psicoanalítico. Creo que en ausencia de lo Divino -que ni está ni se le espera en este tiempo- se trata básicamente de lo mismo, sí. Somos seres contingentes con ansias de infinito, cuestión bastante puta de resolver, claro. El drama de un animal con autoconciencia. Cómo brilla mi cerveza al sol. Así que enmascaramos la ansiedad de estar vivos apenas un instante con pequeñas neurosis cotidianas que nos hacen creer que nos podemos librar del abismo de la Muerte. Utilizamos chucherías como la religión, el Otro, la patria, las relaciones (sanas o chungas), el trabajo, el sexo... Chucherías para olvidar que, sencillamente, seremos pasto de los gusanos... Qué espuma tan blanca en el borde del vaso. Aunque Ortega ya nos decía que entrar en la Desesperación era empezar a despertar, comenzar a entender, ser Hombre. El vértigo de vislumbrar las infinitas posibilidades, la libertad de decidir con responsabilidad. Las burbujitas de mi cerveza ascienden frenéticas a través del cristal ¿A dónde coño creen que van? Pues eso,  desde la caída de Adán y Eva (peccatum originale originatum kantiano, no confundir con el peccatum originale originans), todo se reduce a la pérdida de la inocencia, a la adquisición de la conciencia, a eso se reduce todo, la gran putada de no ser bestias ni ángeles. Y SABERLO, claro. En fin, que estaba yo pensando estas cosillas sin importancia cuando Lidia, que al verme llegar ha programado en el Spotify del bar a los Rolling, pincha el Shattered...  Y esa frase ¿sabéis?, esa frase  que desde crío me gusta... Life's just a cocktail party on the street.... La Vida es una  fiesta de cóctel en la calle... Pues ese será mi mantra existencial hoy, mira tú. Veo mi pie moviéndose al compás de la canción, allí, a lo lejos, en el mundo material, al final de mi pierna que envejecerá hasta pudrirse un día y dentro de una zapatilla de color verde, bastante molona por cierto. Y aquí llega el primer trago de cerveza, fresco como el primer amor, como un beso en el cuello. Y aquí viene una gran sonrisa. Y aquí llega la Vida y el mundo en ella contenida. Y voy y me olvido de mi propia mentira caracterológica que uso para enfrentarme a mi vulgar inmanencia pasajera.

Y ahí estoy, una mañana llena de sábado y sol,  canturreando a los Rolling con una cerveza en la mano.

Cómo somos... si es que... jodidos humanos... 
Disfrutad vuestros sagrados días. Amad y eso.