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Nace, estudia, trabaja, cásate y muérete.



I was lost in a valley of pleasure.
I was lost in the infinite sea.
Do you like the world around you? /
Estaba perdido en un valle placentero.
Estaba perdido en una mar infinito.
¿Es éste el mundo que quieres?

Patti Smith, "RnR nigger".


A ver, que antes todo era más sencillo, que antes el enemigo estaba allí afuera, externo, fácilmente identificable, ajeno a nosotros, un otro definido y diferenciado. Vivíamos en el "paradigma inmunológico" con claros enemigos con los que pelear. Nosotros y ellos, nosotros versus ellos. El signo de los tiempos era la lucha. A principio fue la lucha contra los virus, las bacterias, las alimañas, después contra la tribu de al lado, los pueblos invasores, los países enemigos, las religiones de dioses no tan buenos como el nuestro,... lo ajeno, en una palabra. La patología la constituía el que fueras vencido por esos agentes externos a ti. Venía un estafilococo o un tipo con espada y al hoyo. Pero ahora, cuando nos creíamos tan seguros de nosotros mismos, existe una patología  mucho, mucho, mucho más tenebrosa... 


Edit. Herder, 2012.
Ya estás tardando,
y tranquilo que es finico.
Y esto es la sobreabundancia, el exceso de positivismo, la globalización, el don'tworrybehappy de los cojones ... en definitiva estamos sufriendo el paso del paradigma inmunológico a la pura violencia neuronal que nos causamos... sí, nosotros mismos, los chicos listos del siglo XXI. Y esa violencia neuronal en forma de stress, ansiedad, niños con hiperactividad, depresión, ictus prematuros y suicidios (en mi pequeña Comunidad de 500.000 habitantes hay uno al día, según un colega que curra en el 112). Y esa "violencia neuronal ya no es parte de una negatividad extraña al sistema; es sistémica". En este mundo ya casi nada nos es ajeno o extraño, caemos en la "sobreabundancia de lo idéntico" o la "masificación de la positividad". Sufrimos infartos cerebrales por el terror de la inmanencia. Ya no hay tiempo de disfrutar de un Nocturno de Chopin o de los grandiosos ensayos de Montaigne, ahora se nos exige ser multitasking, saber de todo sin esfuerzo, información sin formación. Ni siquiera tenemos la "suerte"de ser el animal laborans que postuló Arendt, viviendo para trabajar en una masa anónima... qué va, qué va, no somos anónimos, no renunciamos a nuestro ego y confiamos en nuestra libertad personal e intransferible. No nos pensamos animalizados sino guays. El mínimo consuelo lo podemos encontrar en la vida contemplativa nietzscheana, reflexión personal y rebelde, juzgar para después actuar o en la rabia redentora que cuestiona siempre el presente. El resto son chorradas, smartphones e Ikeas.

Resulta que casi deberíamos envidiar (entiéndaseme, por favor) a esos jodidos estados totalitarios, en donde se cumplía un segundo paradigma histórico, el de la obediencia, más o menos incómoda desde luego, pero sobre todo, clara. Porque ahora la cuestión no es obedecer a un sistema, es que nosotros somos ese sistema y ni siquiera sabríamos cómo desobedecer. Ya no nos exigen disciplina desde el exterior, ahora nos exigimos rendir a nosotros mismos. Y rendir y rendir y rendir, amiguitos, suele conducir a la depresión y al fracaso en demasiadas ocasiones. La mortal hiperactividad. El poder (que ya no sabemos definir con claridad) nos doblega más con la positividad de tener que hacer, mejorar y progresar que con la negatividad de la obediencia. Al imperativo del rendimiento ( no ya sólo una casita mejor, un coche mejor, un empleo mejor, un cuerpo mejor, un móvil mejor, un ocio mejor sino la mejor educación para tus nenes o el autoperfeccionamiento profesional) le sigue la falta de toda soberanía personal... y eso sin coacción externa. La puta cuadratura del círculo. Somos víctimas y verdugos... al mismo tiempo en una paradójica e ilusoria creencia en la libertad. Hay que se joder, que decía aquel.




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