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Una perla entre la mierda.

                                                   Extremoduro dixit...
...the guns shot above our heads,
and we kissed... /
... las pistolas disparaban encima de nuestras cabezas,
y nosotros nos besábamos...

David Bowie, "Heroes".-

Pues sí, hombre, sí. Que a veces te llevas una alegría, mira. Y se agradece. Cansado de mucho rock malo -ya no quedan buenos tugurios, demasiado diseño-, mucha chupa de cuero del Zara, flequillitos, ... Todo ese jaleo, ya sabéis algunos, la espuma de la noche. Ya no se puede ni hablar en los bares. Parezco el abuelo Cebolleta. "Cuánto tiempo. ¿Te has dado mechas?". Chicas malas que conocieron tiempos mejores, digo peores. Sonrisas bobaliconas que cuelgan de paladares anestesiados, los más avezados noctívagos entenderéis qué quiero decir. "Cómo mola tu camiseta". Más al fondo: pelos largos, caras enfermas, que cantaba Eskorbuto. Algún imbécil mírameynometoques. Gafapastas entrañables; dan ganas de darles una colleja en plan simpático. Conversaciones a gritos. "Hace 14 años que no te veía, te he reconocido a la primera". Culturetas con foulard pendientes de la gente. "A este grupo lo ví en los noventa, qué caña...". Gente de tres en tres en los baños. ¿Han abierto una boca de metro? Lou Reed en los bafles, policía en la calles. Miradas de rabia y odio en las esquinas. Saludas a algún idiota. Y ya es toda una concesión porque a otros ni te molestas. Nuestra revolución muere con las VPO antes de nacer. Claro que era la revolución de la litrona; tenía las patitas cortas y los bolsillos anchos. Ya no hay billares. La cultura occidental callejera yéndose, en general, a tomar por el culo y yo sin dejar de beber y hablar de tonterías. Benditas tonterías que nos dan la alegría de vivir, desde luego. Los franceses lo llaman  joie de vivre. Pasa alguna ambulancia. Y dos tequilas. Se cae algún borracho. "Estoy bien, cabrones". La Tierra gira sobre su eje y tal. Busco una luna artificial en el techo del bar. Así, en medio de la fauna y flora, como decía, que te llegas hasta el baño a descargar y mientras te la sacudes para echar la última gotita, sucede el milagro. Ves la pintada. Y te imaginas a un tipo haciéndola o a alguna chica, que lo mismo me he equivocado de baño. La escribe deprisa, con trazo decidido y un buen rotulador. Lo esconde bien antes de salir ¿Lo llevará consigo habitualmente como quien lleva el móvil encima?¿Sale de casa con la tinta bien cargada y la frase en la cabeza?¿Improvisa en cada trozo de pared virgen? Le pides el iPhone a alguien (resulta que ahora los móviles tienen cámara y todo) y te cascas la foto del año, qué digo, la foto del siglo. Allí entre la taza de váter destartalada, el olor a desinfectante y el contenedor de tampones. Vale, sí, es el baño de chicas. Sueles esmerarte más en dejarlo todo limpito cuando eso. También pones cara de póker al salir por si hay alguna chica esperando. El mejor escenario mundano para que irrumpa una de las verdades filosóficas más radicales entre tus neuronas que flotan en cerveza. En fin. Al hacer la foto, aprecias en todo un arranque -que crees brillante a esas horas de la noche- que los sentimientos del corazón se escriben  encima de los sentimientos políticos. Como en un plano superior o así. Y con letra más grande también. La sabiduría en las paredes de un bar. Trocitos de poesía entre la mierda (nunca mejor traído el tema copro). La reivindicación del amor en tiempos difíciles. La primavera entre el sinsabor diario. Una gota de color en la madrugada color sepia. Un trozo de vida real arrancado a la indiferencia. Yo qué sé. Que todavía quedan héroes. Pues eso, que se agradece, qué hostias.