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Anima mundi.



Ante todo, seriedad, que estoy sintiendo la fuerza vital del mundo...


La razón, oh, la razón. Consultas a la razón, actúas en consecuencia y te crees muy astuto, escoges la mejor opción, la solución idónea que te dicta el recto criterio lógico. El hombre siempre se ha enfrentado así a lo desconocido, a su existencia cotidiana en el mundo. Bueno, desde el Renacimiento al menos. Hasta entonces teníamos el Mito, teníamos a Dios, éramos ignorantes pero humildes pero ¡ah!, hijos de puta, luego perdisteis el temor de Dios y volasteis solos... orgullosos y  capaces. Luego vino la Ilustración y la ciencia y os creísteis preparados para dominar el mundo. Teníais el método científico, la técnica y poco después, hasta la penicilina. Chicos listos. Freud acabó de engañaros. Y ahora tenemos la tecnología, cualquier payasete como yo tiene un blog con 60.000 visitas, hay un iPad en cada casa y Belén Esteban en la de todos. Definitivamente, nos vamos a tomar por el culo como civilización. 


... ya viene, ya viene... !


Hasta tenemos eso que llamamos Cultura. Queremos contrarrestar el pánico de estar vivos, porque mientras vives, eres responsable. Siempre buscando metodologías  para enfrentarnos a lo desconocido. Sin embargo, una simple mutación celular mata a los niños con siete años en los hospitales punteros del primer mundo. Como hace miles de años, como en las cuevas. Y encima el instinto animal sobrevive en el cerebro límbico, el que hace que nos den asco las arañas y las serpientes o que necesitemos que nos abracen de vez en cuando. Un recuerdito de nuestros tatarabuelos, auténticos desalmados, sin piedad por el débil, cuando eran perseguidos por bicharracos bien cabrones y se trataba de sobrevivir. Tus músculos, tus ligamentos y tendones, dentadura, extremidades y estómago están diseñados para cazar y devorar  animales, perseguirlos en los montes y los ríos, dormir a la intemperie. Aún se nos eriza el pelo de miedo listos para salir por patas y ojito con que un gañán te quite el sitio al aparcar, que te disparas (lo sé: su novia era más fea que un coco), subidón de adrenalina y cortisol. Estás diseñado para desgarrar entrañas de animales en una cueva con tu boca. Y prefieres un hotel de 5 estrellas. Segregas oxitocina como un descosido cuando ves una chica con la que quieres copular. En definitiva, la cultura como contraposición a la naturaleza a la que intentamos dominar porque nos da pánico el no controlarla; dormir una sola noche en un bosque nos aterra, diez horas sin comer es hoy una aberración. Pero nos gusta ver el mar, subir una montaña. Tenemos a Chopin pero nos gusta echarnos un pedo cuando nadie nos oye (tú también). Movimientos intestinales automáticos, cerebrales en última instancia. Instinto y urbanidad. El problema es que nos educan en el dualismo. Ciencia o mito, orden o caos, azar o destino, materia o espíritu, chorizo o Nocilla. Y todo eso es rotundamente falso. Los hindúes lo saben y llaman al mundo maya (ilusión), la apariencia nos confunde, lo que creemos saber es engañoso. Por eso no sabemos explicar racionalmente  el placer de mojar los pies en la orilla del mar. El hombre moderno vive en la escisión entre dos polos, pensamos en términos opuestos, cuando lo importante es la infinita gama de tonos grises entre el blanco y el negro. Quizá ahí estén los momentos buenos de una vida, los únicos que importen. Así que busca tu sitio,  y disfruta del mundo, en cuerpo, alma y mente... total... vas a diñarla pronto. Siempre demasiado pronto.


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