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Consejo nº 7: Tome sus propias decisiones. Empiece por las almohadas.






Pues sí. Según Hoteles Meliá y su Departamento de  Marketing, debes comenzar a tomar tus propias decisiones. Atrévete. No te dejes aconsejar por nadie, tú tienes criterio propio, ya eres adulto y debes coger lo que te pertenece. Y qué mejor manera de hacerlo que empezar con la elección de almohada. No dejes que nadie decida por ti. Ya sabes que el que no arriesga, no gana. Elige tu propia almohada. Para que puedas descansar mejor en esa vida de mierda que llevas. Para que se desplieguen ante ti todas esas magníficas soluciones prácticas para la vida actual, tan ajetreada hoy en día ¿verdad? Por fin ya eres libre. Al menos para poder elegir tu propia almohada, qué coño, que te lo has ganado, hombre. Que no tengas tiempo para abrazar a tus hijos no significa que no puedas sentirte bien. Ya eres un poquito más independiente, y lo notas ¿a que sí? Esa sensación de exclusividad difícil de describir ¿sabes de qué te hablo, eh? Ese vientecillo que recorre el espíritu de los hombres auténticamente libres. De hecho, cuando despliegas ante ti la novedosa carta de almohadas de la cadena Meliá, como que ves las cosas de otra manera, como una persona realizada con su esfuerzo que se ha trabajado su derecho a proporcionarse la almohada que le venga en gana. Faltaría más. Ya eres un poquito más tú. Te pajearás en la habitación pensando en la azafata del vuelo que te ha traído hasta aquí; durante un instante olvidarás a tu mujercita y sus frivolidades porque ya tomas tus propias decisiones. Oh, qué veo, también dispones de una carta de aromas para perfumar tu habitación. Sin duda, formas parte de los elegidos. Enhorabuena, amigo.





You pay for this, but they give you that.
Once you're gone, you can't come back.
.......................................................
Pagas por esto, pero te dan aquello.
Una vez que te has ido, ya no puedes volver.

                                       Neil Young.-

Aquellos maravillosos años.


Si sabes de quién es este coche... has nacido en los setenta. 

No es que me considere un tipo particularmente nostálgico. Antes bien, suelo pensar que lo mejor está siempre por llegar. Sin embargo, uno tiene sus recuerdos de niñez, dispersos aquí y allá, y como todos los recuerdos, te asaltan insospechadamente sin pedir permiso en cualquier momento y lugar.


Si les quitabas el pelo, tenían vacía la cabeza. Como algunas personas. 


No nos dio tiempo de luchar contra Franco pero nos enterábamos de las carreras delante de los grises porque jugábamos en la calle. Veías los coches ardiendo, no te los mostraba la CNN. Los críos de ahora ya no juegan en la calle. Por suerte, tampoco llegamos a tiempo para que nos golpeara la heroína, aunque recuerdo ver a una chica preciosa clavándose la aguja entre dos coches. Hoy sólo se ve eso en barriadas marginales. Antes sucedía en cualquier calle. Bueno, tampoco llegamos a tiempo para la famosa movida. La verdad es que no llegamos a tiempo de casi nada. Por eso ahora somos unos putos nihilistas. Algunos se apuntan hoy a ONG's y tal.


Esto era nuestra Playstation. También teníamos el Comecocos.


Aprendimos a desconfiar pronto de la clase política: "Otan, de entrada no". Las pegatas del sol antinuclear y todo eso. Un "gua" en la tierra de un parque era suficiente para una tarde de canicas. Las "vacas" eran las canicas grandotas. Jugábamos al "linque" clavando un cuchillo en ese mismo parque. Churro, media maga o manga entera. Veíamos dibujos realmente sádicos: Marco no encontraba a su madre, la Rottenmeier le amargaba la vida a Heidi. Hija de puta. Seguro que todas serían series políticamente incorrectas hoy. Empezamos la era de los ordenadores, eso sí, con los Spectrum o Amstrad.


Esto era un teléfono.


Teníamos bicis BH, GAC o Torrot. Si te dabas una hostia, mercromina y a correr. Supongo que ni siquiera había cascos entonces. Y los columpios eran de metal con esquinas cortantes, creo que nadie murió por un columpiazo. Tenías que elegir muy pronto entre Tequila o Spandau Ballet. Os aseguro que esa decisión puede condicionar toda una vida. Era, y sigue siendo, una cuestión de actitud.  El prota de ET le daba un muerdo a una chica: se abría un mundo ante tí... se puede besar a una chica en los labios. Sin olvidar la teta de Sabrina, algo más tarde, que había que estar muy atento al momento cumbre. Chicles Cheiw y Palotes. Orzowei y Los Ángeles de Charlie; claro que si tu padre quería ver "La Clave", ya estabas jodido. Fofó y José María Iñigo.


Nuestro mp3. Con Play + Record, grababas.


Jugábamos a matar indios y vaqueros en las aceras y con pistolas de juguete, de nuevo políticamente incorrecto todo, ya ve usted. No sabíamos qué era la NBA, sólo había UHF y VHF, pero conocíamos a Corbalán o Epi. Había rombos en la tele. Los plastidecor y botas katiuskas para los charcos. Rebobinábamos cintas de cassette con un boli, tenía que ser Bic porque se ajustaba perfectamente. Sandokán y Mazinger Z. Teníamos el Blandiblú, intrépidos paracaidistas en bolsas de plástico y sobrecitos de 10 pelas con soldaditos dentro. Panteras rosas, Tigretones y Bucaneros (los amarillos). No teníamos Simpsons pero nos internamos en el humor absurdo de la mano de la Pantera Rosa: Dum, dum-dum... dum-dum-dum...dum-dum... En fin, que me apetecía contar una de batallitas. 


















Si sabes qué fabricaba esta casa, también eres de los setenta. 








Dos rombos. Acaba de leer el post y a la cama.

Magia con faltas de ortografía.



Alguien ha fotografiado este cartel y lo ha colgado en internet. Son de esas cosas que te hacen pensar que sigue existiendo la magia en este jodido mundo. Según San Guguel, "Tuzsa" son los Transportes Urbanos de Zaragoza. Así que algún camarero de Zaragoza (un Alfonso cualquiera, un tal Pablo con perilla) tuvo un flechazo con alguna conductora de bus que habría parado casualmente en su bar (Ana, esa de coleta rubia o Paula, la del bolso en bandolera). Él no sabe ni su nombre (hay que andar más listo, chico) y sólo sabe que trabaja conduciendo por la ciudad en la que ambos viven. No tiene más información y tiene que encontrarla cueste lo que cueste a través de carteles en las paradas. Tiene que volver a verla, saber su nombre, hablar más tiempo con ella, conocerla un poco más. Y posiblemente sólo hayan intercambiado unas pocas palabras tópicas y un par de bromas de barra. Y un simple cartel con faltas de ortografía nos redime de la estupidez cotidiana, de la vanidad del mundo, de las prisas y de la vergüenza boba que nos impide sentir con libertad. De creernos mejor que el de al lado. "Seguro que es un psicópata", "Es que yo no hago estupideces como esta". Claro, no  lo dudo. Así te va. Porque ese sencillo cartel a punto de desprenderse es una perla brillando entre la mierda. El camarero no  renuncia a su intuición, a la magia de la vida. Tiene fe en el azar. En el divino azar. Podía haberse quedado quieto leyendo el Marca sobre el mostrador, desechando la idea de volver a verla. Yéndose a casa después de hacer caja una noche más. Y soñando con ella. Pensando que no es tan importante para él, tirando a la basura una ilusión más. Total, ya van tantas... Pero ha dado un paso al frente, se ha puesto en pie. Lo veo escribiendo el cartel en el dorso de un albarán de patatas fritas con un Bic mordido y colgándolo con una sonrisa de esperanza y papel de celo basto, cortado con los dientes. Y esas cuatro líneas tienen más peso que todos los balances de las empresas del Ibex35, más poesía que cien Nerudas solamente leídos y nunca vividos, más verdad que todas las homilías del mundo, más emoción que todos los sueños que no nos atrevemos a soñar, más luz que todos los fríos neones de los centros comerciales.  Estos son los detalles que hacen que la Vida, simplemente, valga la pena. Un trozo de magia a punto de caerse en la marquesina de una parada de autobús cualquiera. Espero que ella se pase por tu bar, muchacho, y que tengáis la historia más bonita de vuestras vidas.




Aquí la foto original en otro blog. 


De parques y mañanas limpias.

El domingo pasado, con "Ruby Tuesday", mi bici.




Con bici alquilada por los parques de Roma hace dos veranos.
Tanto vivir fuera y  viajar por ahí para descubrir que el café más bonito estaba en mi ciudad natal. Manda huevos. Quizás el café del lago del Tiergarten sea el segundo más bonito. Pero hay que hacer patria. Es un tesoro escondido.  Además, en cada ciudad hay un parque precioso casi siempre desaprovechado. Así que, hazte un favor a ti mismo... espera a que llegue el domingo, no trasnoches demasiado la víspera, coge la bici y te vas a leer toda la mañana a ese parque con café tan bonito que habrá por tu zona. Aconsejo ir a primera hora.

El café en cuestión.



Desde el interior. Yo mismo hace 4 años.


Posiblemente, el mejor tiramisú del mundo.


Y es que en las cosas sencillas está lo mejor de la Vida.

Hace unos años, todo tirado en las famosas tumbonas de Hyde Park. 
Supongo que con resaca.

Los mejores amigos de una mujer.


Una revista de moda titula su portada: "Los mejores amigos de una mujer. 270 accesorios que no fallan" *. Habéis leído bien, 270 accesorios. No cuatro o cinco o veinte. Doscientos setenta accesorios para no fallar. ¿Fallar? La verdad es no entiendo bien nada del titular. ¿Se trata de ir de caza y cobrar la pieza con total garantía? ¿Hay que disimular las carencias personales o de carácter con artificios? ¿Qué es no fallar? ¿Engañar al macho estúpido? ¿Ser la más estupenda de la oficina? 




Las mujeres que me gustan fallan. Me gustan porque no son perfectas y si han tenido un día jodido no cuelgan de su cara una sonrisa falsa y boba a juego con un Vuitton en el brazo. Aprietan los dientes y siguen luchando. No están radiantes, ni falta que hace, las veinticuatro horas porque no son gilipollas ni esclavas de su imagen. Fallan porque no les da la puta gana de estar divinas siempre. A veces prefieren no maquillarse ni tener "accesorios que no fallan" para que pueda brillar su belleza natural. En ocasiones se ponen una simple camiseta blanca y unos vaqueros y resultan más guapas y atractivas que nunca. Me gustan las mujeres que fallan. Que aparentan cuarenta porque han cumplido dos veces los veinte. Me gustan las mujeres que cuando están tristes necesitan un abrazo y no un accesorio. Me gustan las mujeres que ríen y lloran, las que se enfrentan a la vida sin accesorios, directas como un beso sin porqué. Que se entregan con pasión y sonríen con inteligencia, con el alma y el cuerpo desnudos ante el espejo del tiempo. Con la ternura y la fuerza de ser ellas mismas. Con o sin pañuelo de Hermès al cuello. Sin 270 accesorios. 






Revista "S Moda", sábado 1.10.2011 con "El País".