"Claro de luna" de Debussy, no el del viejo Ludwig.
Mi sensación es acertada. Hace un día precioso cuando el calor del sol acaricia mi cara. El punto justo de viento del sur. Me siento en la terraza del bar y estoy tentado de pedir una caña pero... no. Pido una jarra de cerveza "pura y fresca". Así digo: "pura y fresca como la vida hoy". La camarera sonríe. Es guapa y eso compensa el que me haya saltado una de mis reglas de oro: café antes de las 12pm, cerveza después de las 12pm. Llevaba años cumpliéndolo a rajatabla durante todos los fines de semana, era un tradición que he roto. Pero el día lo merece. Puro y fresco. Hasta la camarera me obsequia con unas aceitunitas, claro, gesto inédito hasta ese momento. Después leeré la prensa. Y también el libro puede esperar porque empieza a sonar el "Claro de luna" de Debussy en mis oídos y la mañana se detiene. Doy el primer sorbo a mi cerveza (el mejor sorbo) que brilla atravesada por los rayos del sol pero aún fría. Y pienso. Pienso sin hacer ningún esfuerzo. Las imágenes fluyen como llamadas por las notas del piano. Me dejo llevar sentado al sol. Pienso en las mujeres que he dejado de querer sorprendentemente. Pienso en la gente que sigo queriendo. Pienso en los ejecutivos con trajes de 700 € cogiendo aviones urgentes. Pienso en las chicas con quienes me cruzaba cuando hacían la calle en el Raval (siempre me han gustado las calles peligrosas por las que circula la vida y no los biempensantes). Pienso en mis propios antepasados de generaciones anteriores, duros y orgullosos. Borrachos y dinamiteros como todos los mineros. Siempre he creído que en mis genes llevo lo mejor y lo peor de ellos. Pienso en A., en su cuerpo suave, cálido y acogedor. En mis baños desnudo en soledad al amanecer en el mar. Y pienso en Espe muriendo en su habitación cuando fui a verla y no quise molestarla porque al entornar la puerta vi que dormía plácidamente y justo en ese instante supe que estaba soñando con ángeles y campos llenos de flores de colores. Pienso en la Vida y en encontrar una definición de la Bondad. Pienso en la comida en buena compañía dentro de dos horas, en las risas y las copas de esta noche, en las sorpresas que siempre ocurren en la madrugada si estás suficientemente atento. Pienso en que todo, absolutamente todo lo que conozco, tengo, siento, veo, creo o soy, un día se desvanecerá. Y precisamente descubro la belleza del mundo en el hecho de que nunca sabemos cuándo empiezan y acaban las cosas, las buenas y las malas. Pienso en la transitoriedad de todo lo que veo y experimento, en la sincronicidad de Jung. Pienso en el imperativo categórico de Kant y en el sonido de guitarras Gibson enchufadas a amplis Marshall de válvulas. Pienso mientras me pongo mis gafas de sol. Así que como sé que un día moriré, me permito un pequeño lujo aquí y ahora: sentirme el tipo más feliz de la tierra durante un instante... espero que dure... como el piano de Debussy.





Menuda putada. No es que la sociedad sea difícil de comprender, compleja, holística y tal. No, no. Es que es invisible. Es decir heterogénea, caótica, fragmentada, ... lo que nos provoca una sensación de incertidumbre, agobio, inseguridad, etc... cualquier catástrofe puede darse en nuestra vida, cualquier interacción no deseada es factible de un momento a otro. Antes, el hombre era un alienado de la superestructura, ahora es un extraño a la sociedad. Pero no sólo el hombre es un extraño, la propia sociedad es extraña. Sin objetividades (ni buenas ni malas), todo es relativo y simulable. No es que no podamos interpretar el entorno que nos rodea sino que ni siquiera podemos captarlo para luego intentar interpretarlo con mayor o menor acierto. En la era audiovisual todo es falsamente transparente pero el meollo se nos escapa, no llegamos a la raíz de las cosas. Así que ... antes de darnos a la bebida (o a la vez que nos damos a ella), ¿qué cojones podemos hacer?