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"Claro de luna" de Debussy, no el del viejo Ludwig.


Sábado. Me despierto naturalmente pasadas las diez de la mañana. Ya desde la cama intuyo que hace un día espléndido por la luz alegre y serena que se filtra por la ventana. Como si el verano, aún tímido, pidiera permiso para ser. Voy en pelotas hasta el baño y me lavo con agua fría que dejo correr un buen rato para que esté helada. Me mojo el pelo y me peino con las manos. Me pongo mi camiseta preferida (todos tenemos una camiseta preferida, y que se joda quien no la tenga porque ya no cree en nada). Renuevo la carpeta de música clásica de mi mp3, cojo un libro -cualquiera de los "Trópicos" de Henry Miller - que he leído mil veces abriéndolo por cualquier página al azar y bajo a la calle sin tomar el ascensor.

Mi sensación es acertada. Hace un día precioso cuando el calor del sol acaricia mi cara. El punto justo de viento del sur. Me siento en la terraza del bar y estoy tentado de pedir una caña pero... no. Pido una jarra de cerveza "pura y fresca". Así digo: "pura y fresca como la vida hoy". La camarera sonríe. Es guapa y eso compensa el que me haya saltado una de mis reglas de oro: café antes de las 12pm, cerveza después de las 12pm. Llevaba años cumpliéndolo a rajatabla durante todos los fines de semana, era un tradición que he roto. Pero el día lo merece. Puro y fresco. Hasta la camarera me obsequia con unas aceitunitas, claro, gesto inédito hasta ese momento. Después leeré la prensa. Y también el libro puede esperar porque empieza a sonar el "Claro de luna" de Debussy en mis oídos y la mañana se detiene. Doy el primer sorbo a mi cerveza (el mejor sorbo) que brilla atravesada por los rayos del sol pero aún fría. Y pienso. Pienso sin hacer ningún esfuerzo. Las imágenes fluyen como llamadas por las notas del piano. Me dejo llevar sentado al sol. Pienso en las mujeres que he dejado de querer sorprendentemente. Pienso en la gente que sigo queriendo. Pienso en los ejecutivos con trajes de 700 € cogiendo aviones urgentes. Pienso en las chicas con quienes me cruzaba cuando hacían la calle en el Raval (siempre me han gustado las calles peligrosas por las que circula la vida y no los biempensantes). Pienso en mis propios antepasados de generaciones anteriores, duros y orgullosos. Borrachos y dinamiteros como todos los mineros. Siempre he creído que en mis genes llevo lo mejor y lo peor de ellos. Pienso en A., en su cuerpo suave, cálido y acogedor. En mis baños desnudo en soledad al amanecer en el mar. Y pienso en Espe muriendo en su habitación cuando fui a verla y no quise molestarla porque al entornar la puerta vi que dormía plácidamente y justo en ese instante supe que estaba soñando con ángeles y campos llenos de flores de colores. Pienso en la Vida y en encontrar una definición de la Bondad. Pienso en la comida en buena compañía dentro de dos horas, en las risas y las copas de esta noche, en las sorpresas que siempre ocurren en la madrugada si estás suficientemente atento. Pienso en que todo, absolutamente todo lo que conozco, tengo, siento, veo, creo o soy, un día se desvanecerá. Y precisamente descubro la belleza del mundo en el hecho de que nunca sabemos cuándo empiezan y acaban las cosas, las buenas y las malas. Pienso en la transitoriedad de todo lo que veo y experimento, en la sincronicidad de Jung. Pienso en el imperativo categórico de Kant y en el sonido de guitarras Gibson enchufadas a amplis Marshall de válvulas. Pienso mientras me pongo mis gafas de sol. Así que como sé que un día moriré, me permito un pequeño lujo aquí y ahora: sentirme el tipo más feliz de la tierra durante un instante... espero que dure... como el piano de Debussy.




10 comentarios:

  1. Ahí, las pequeñas cosas. Por pedir demasiado, por ambición, se nos suelen escapar. Tú, que admiras el Lado oscuro del corazón, habrás oído a Grandinetti en su segunda parte eso de que: el corazón grande se llena con muy poco.

    Ser conscientes, con naturalidad, de que un día moriremos es primordial para saborear las, aparentemente, cosas pequeñas. Creo que la base de muchos, si no todos, de los males de este puto mundo radica en que vivimos como si fuéramos a estar aquí siempre.

    Salud.

    Miguel.

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  2. Miguel.- Me alegra que te guste la peli. Y espero que lo tuyo sea infinitamente menos complicado que lo del prota. Pero sí, escasea la sinceridad hoy en día; nos da miedo llamar a las cosas por su nombre y los sinceros, como los auténticamente libres en su acción y opinión, son gente rara y aterran a los biempensantes. Hay un post por aquí sobre los "filósofos cínicos griegos"; practicaban la parresía (decir lo que se piensa caiga quien caiga), un experimento interesante.
    La frase de Grandinetti es como esa de "qué rico soy, qué poco necesito". Y sí, vivimos como si fuéramos inmortales y nuestros días están contados. Como leí por ahí una vez: "Aprovecha, es más tarde de loq ue crees". Saludos y a ver si coincidimos con unos cubatas en la mano ...

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  3. simplemente me encanta querido amigo..... tanto como un café bajo un árbol en un medío día de sol.... y silencio.

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  4. puro sol,eso me encanta de tus post, que a veces en los dias que me empeño en nublar entra el sol por esta ventana. Anoche mientras fumaba a escondidas en la terraza tuve suerte de ver una impresionante luna roja antes de ocultarse, me alegre de haber vuelto a ciertos vicios , me alegre de que el tabaco me permitira esa vista.Ojo avizor, cuando mi mente lo permite, digo mi alma.

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  5. Coincidir cuando quieras, será un placer. Respecto a los cubatas...Hace tiempo que me retiré de los ruedos y, además, he leído lo bastante por aquí como para temerte en ese terreno.

    Mándame un mail cuando te venga bien antes de que suelten los cabestros y los toros bravos y mansos.

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  6. Iñigo y Miguel, yo cubatas no, pero un café en el bosquecillo?

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  7. Carmen/Miguel.- A ver... puede ser un café en el Vienés y unos cubatas por ahí luego ¿no?. O unos cubatas en el Vienés y más cubatas luego. O unos cubatas en donde sea y más cubatas en donde sea...en fin, que me lío...acabo de hacerme 20 kms. por esos caminos de Dios y ya estoy listo para otra sesión de cubatas....anywhere... lo importante es coincidir, vernos y charlar...

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  8. Arqui.- Paul Bowles escribe en "El cielo protector" (que es una buena peli también, por cierto). "¿Cuántas veces verás salir la luna llena en tu vida, quizás veinte, quizás ni eso (...) y sin embargo la vida nos parece ilimitada (...)". Así que disfruta de esa luna y de cuantos detalles extraordinarios haya a tu alrededor cada día. Un abrazo.-

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  9. Joder Arqui, de nuevo la serendipitya, no así la llamo yo, esa peli fue la última que me regaló alguien muy especial con quien he compartido muchas lunas en la distancia. Supongo que crecer en el campo facilita mucho que veas salir la luna más de veinte veces en tu vida,en el campo no hay cubatas pero si un cielo sin contaminación lumínica. La pelicula que citas es estupenda , de una belleza impresionante y no solo en los exteriores, hay una escena en la que ella va colgando del techo de la habitación en la que está recluida las hojas en las que escribe, hasta conseguir una cúpula de páginas con textos en movimiento preciosa, no solo plásticamente sino por la metáfora que encierra.
    En fin ahora la luna es un poco distinta, lo que he visto es pocos amaneceres, soy poco madrugador. No me queda lejos Pamplona, ¿y un mojito, o varios ? en verano me encantan. Bueno chicos que disfrutéis de los cubatas en San Fermin o en cualquier día si santo pero con luna y sol, mucho sol.

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  10. Arqui.- El otro día salí de noche de la ciudad y me impresionaron las estrellas que hay encima de nostoros, no lo recordaba desde que era niño, centeneres o miles o trillones, me impresionó. Esos son los detalles a lo que me refiero, Disfruta, Arqui... a por la siguiente serendipia...

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