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Un simple giro del Destino.




It's all about a simple twist of fate /
Todo trata sobre un simple giro del destino.
Bob Dylan, "Simple twist of fate".-


He hecho un retiro espiritual, unos ejercicios espirituales al estilo de San Ignacio. Lo sé; para algunos será una sorpresa pero he hecho un retiro espiritual. Con examen de conciencia, acto de contrición, propósito de enmienda y todo el asunto. No me importa decirlo, debo anunciarlo. Es la segunda vez que lo hago en mi vida, la primera habría sido con veinte años o así. No es broma. A veces este ritmo de vida acaba con uno y necesitamos volver a conectar con la divinidad, el espíritu o como lo queramos llamar. Dios, el infinito o la sabiduría.  Tantas noches de bares, tanto vino, tanta juerga, todo tan carnal,... no puede acabar bien. Y es que uno tiene sus límites. A veces hay que parar y buscarse a uno mismo. Hay que cargar las pilas para renacer. Así que he procedido con el ritual de rigor y me he acercado respetuosamente a la liturgia. Me gustaría compartirlo con vosotros, quiero ser sincero y puro. La vida canalla (de medio pelo, claro) no es buena y uno se hace preguntas, así que he hecho esa limpieza espiritual que hago cada ciertos años. Me he vestido rigurosamente de negro, me he arreglado la barba de una forma adecuada y he conducido tres horas entre campos de girasol y montañas verdes hacia el lugar del retiro, hacia el Acto. Me he puesto mis gafas negras. El sol se colaba entre las nubes de lluvia caliente. He conducido en silencio, nada de música ni radio. No he llevado móvil. Sólo dinero para gasolina, no necesito más.  En el coche voy haciendo examen de conciencia de estos veinte años que llevo sin confesarme. Y desde un día antes no he probado una gota de alcohol. Os lo juro. Tampoco he echado un polvo desde un par de días antes. Os lo juro. Por supuesto, he acudido solo, así lo he deseado. Esto es como un vicio solitario. Solo con mi alma, la inmensidad del tiempo y mi humilde ser. He llegado con tiempo, he paseado por los alrededores en total paz y he conversado con algunos de los ya presentes que acudían al mismo lugar. Personas extraordinarias. Se acerca el momento de iniciar la experiencia sublime. Hay una tremenda emoción en el ambiente, no hace falta hablar. Ya ha llegado el Maestro. Oigo por segunda vez en mi vida las palabras de presentación por el equipo de sonido: Señoras y señores... con ustedes... ¡ Bob Dylan ! Y os juro que poco después la mirada del Maestro se cruzó con la de este sucio pecador y ambos sonreímos. Supe entonces que la Revelación no tardaría en producirse. Quizás fuera cuestión de minutos, puede que de horas. Y... efectivamente, ya de vuelta, en plena autopista, de madrugada, paro en una gasolinera solitaria. No había dejado de sonar en mi cabeza la estrofa "Un simple giro del Destino, un simple giro del Destino..." Os aseguro que ni siquiera había encargado en la estación de servicio, ni un alma alrededor, ni un camión aparcado. Nadie. Entro en el baño y allí, mientras me lavo la cara en un lavabo sucio y destartalado y me mojo el pelo con agua fría, miro mis ojos en un trozo de espejo roto y viene a mí la Revelación, por fin encuentro el sentido exacto de esa estrofa,... ¿En qué consiste? Eso ya es cosa mía... Así que me echo un sonoro pedo, me monto en el coche y sigo devorando kilómetros en la noche. Con una tremenda sonrisa en los labios.


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