One, two, three, four....
Beat on the brat, beat on the brat, beat on the brat
with a baseball bat /
Un, dos , tres, cuatro...
Golpea al niñato con un bate de béisbol.
Ramones, "Beat on the brat".
Ni tengo tele ni falta que me hace. Pero cuando estoy en casa de alguien, la veo en ocasiones. Con animus criticandi, claro, que ya sabéis los más que soy un poquillo hijoputa. Pues ahora hay un programa donde la gente se apunta para cantar y tal. Si no los seleccionan, o si los echan a la puta calle, lloran. Creen que su eliminación es injusta porque cantar "ejque lo llevo dentro" o porque "no han sabido apreciar todo mi potencial". Ya. Hay que se joder, que decía aquel. Lo mismo esperaban hacerse famosos rápidamente gracias a haber sido tocados por la gracia de Dios, y de la televisión imbécil. Igual pensaban que el mundo necesitaba otro Bisbal. Como en el Club de la Lucha: no eres un jodido copito de nieve único. Tus lágrimas ingenuas son contratos publicitarios en los intermedios que se gestan en despachos de la planta diecisiete; corbatas de Hermès de 150 €. Aunque yo creo que lo que más les jode en realidad es tener que seguir con su vida, poniendo bocatas a los currelas en un bar de polígono industrial. Lo cual significa que su vida, de por sí, es una mierda y tienen que ir a la tele para probar suerte y hacerse ricos y populares de la noche a la mañana. Qué injusto es el mundo, ¿eh, reina? Por lo que deberían luchar es por encontrar la belleza en una Vida de poner cafés o de cobrar a la gente en un supermercado, cosas que me parecen de lo más dignas. Posiblemente más dignas que ser una efímera estrella de los medios. Es que "he tenido una vida muy dura". Claro. El otro día murieron tres chavales en un accidente de coche; un hombre se suicida por un desahucio. Así que tus jodidos quince minutos de fama han terminado, pequeño tuercebotas. Vuelta a la realidad. Qué bajón, la realidad. Porque el Arte, cualquier Arte, se cultiva en soledad, a puñetazos, con lágrimas fuera de cámara y no en la telemierda. Me pregunto cuántos cantantes extraordinarios no van a concursos de la tele, cuántos bailarines, instrumentistas, poetas y pintores luchan en el anonimato sin confiar en un golpe de suerte de cartón-piedra al que algunos creen estar predestinados porque "ellos lo valen". ¿Cuántos genios mueren cada día? Envía un sms al 6969 y apoya a la Jessi. Pon emociones baratas en tu vida en horario primetime.
"... Veo mucho potencial pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas. Tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual. Nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que un día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas de rock. Pero poco a poco entendemos que no lo seremos. Y eso es lo que hace que estemos muy cabreados".
Publicidad, mercadotecnia, popularidad, qué poco tienen que ven con calidad y dignidad, pero cómo entretienen fabricando frustrados indocumentados.
ResponderEliminarNo, no se puede, sencillamente genial,todo el post.
Tu versión "malababa". Me gusta, siempre.
ResponderEliminarYo tengo camisetas de ACDC porque tenía diez años cuando escuché en la radio al gran Bon, sin saber quién era, y todavía se abre paso a través de mi piel cual alien, porque sigue ahí dentro, el cabrón. Porque me pongo enfermo cuando oigo a Brian mancillar Bad boy boogie. Porque no recuerdo qué comí ayer pero sí recuerdo algo que tronó, para descubirme un poquico qué era yo, cuando tenía diez años. Estas camisetas no se pueden llevar por moda, es un sacrilegio, una blasfemia. Levándola, mientes. Parafraseando a otro genio, el blues es fácil de tocar, pero difícil de sentir.
Ese momento de la historia de Palahniuk es brutal. Es oirlo y, si tienes un poco de alma, empezar a sentir cómo surgen los soldados terrígenos de tus propios sedimentos. Y o luchas o mueres.
Te admiro, amigo.
Amigo Arqui. Lo peor es que todo el marketing se apoya en los instintos: desde la armonía y la caricia de la poesía, hasta lo más cochambroso y carnal, pasando por el mito, la emoción. Y lo peor es que funciona. ¿Dónde está la poesía hoy? En los spots de la tele. ¿La emoción? En concursos de la tele. ¿El morbo? En los realities. ¿La adrenalina? En las películas. Está todo tan bien pensado que hay que ser muy lúcido para ser consciente de ello y abstraerse de todo. El fútbol: yo sólo respeto a los lectores del Marca que hayan leído antes a Pessoa. Esos tienen mis respetos porque saben lo que hacen. No van al comedero de las emociones vacías como ganado. Me gusta la gente que ama el fútbol conociendo más cosas, no me gustan los que sólo saben de fútbol (son la mayoría). Me gusta los que "eligen" el fútbol. Y esto no tiene que ver con un factor cultural ni si quiera educativo; más bien es un tema de pura curiosidad vital. También hay académicos que no saben salir de su casa. Es exactamente el mismo caso.
ResponderEliminarCreo que tenemos la obligación de perseguir la emoción y la poesía. En nuestra Vida, no en la tele. Creo que hasta la cochambre nos puede enseñar algo, pero en nuestra Vida, no en una pantalla. Debemos ser degenerados y crecer, instruirnos en la degeneración, pero en primera persona, no contemplando la de los demás. Ya ves que no es un tema moralista, sino de praxis cotidiana y en propia carne. Todos juntos, hacia la degeneración final !!!!!!
Mi admirado Miguel.
ResponderEliminarA parte de luchar o morir hay una tercera vía. La de reírse de todo un poco, con unas gotas de cinismo y cierta compasión por el mundo, empezando por uno mismo. A mí, morir no me gusta en general y luchar me parece de un aburrido patético o de un patetismo aburrido.
Tienes mucha razón en lo de las camisetas. Hay que denunciar a los impostores. Y a los seguidores de Camela.
Que decía Bon Scott: el buen rock es el que te sacude en las pelotas. Mejor definición, imposible. Bueno, quizás una de Keith Richards cuando le preguntaron cómo definiría el rock, miró a la cámara y dijo: El rock soy yo.