Tokyo, 1958. Escritora japonesa.
¿No dan ganas de pedirse un vasito de sake en la izakaya?
Como degustar un buen vino sin prisas en una noche de invierno (mejor si es domingo y no curras el lunes). Atento a los detalles, a la levedad de los gestos, a los pensamientos sutiles. Expectante con lo que se intuye y no se nombra. Tsukiko tiene casi 40 años; está sóla y le gusta empinar el codo y dejar que pasen los días sin grandes expectativas. Quizás un vaso más de sake o ir al mercado. Se suele encontrar, no quedar, encontrar en los bares (qué lugares) con su antiguo maestro de casi 70 años, creo. Este guarda etiquetadas las pilas gastadas que le dieron un servicio en aparatos que recuerda con cariño. Hablan o no, se saludan o no, ... pero siempre beben pagando cada uno su cuenta. No pasa nada en la novela y va sucediendo todo. El nacimiento del Amor ¿o es el miedo a la soledad? La Ternura ¿o es simple camaradería? De esas historias que requieren la participación activa del lector que va construyendo, rellenando con carne el esqueleto que propone la autora hasta conformar un cuerpo completo. Dos almas que necesitan el calor del encuentro casual pero contínuo, de la simple conversación sobre la cerveza o la sopa de miso que tienes delante en la izakaya del barrio-el bareto típico de Japón- donde sirven sake, pulpo, setas, soja, tofu,... Ellos buscan las conversaciones sencillas que les hacen seguir viviendo o la simple presencia del otro a dos taburetes de distancia. Siempre con la muerte en el horizonte, la soledad, el paso del tiempo. Y llegan las caricias en el pelo, el sueño, las lágrimas que irrumpen en momentos insospechados pero que renuevan el interés por la vida. Historia sensible ¿por ser la autora oriental? ¿por ser autora? Solo para lectores atentos, participativos, curiosos del alma humana... y sin stress.
pues tiene buena pinta, habra que leerla
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