Hay momentos en la vida en que el Destino pone ante ti libros o personas o lugares o encuentros o momentos que sabes que marcarán parte de tu existencia. Seguro que todos tenemos algunos de ellos en mente. Alguna canción, algún atardecer, una mujer o un hombre. Hasta podríamos jugar a hacer una lista (interesante para otro post, no?). Por ejemplo: el rincón favorito de tu ciudad favorita o el amanecer más especial de tu vida. Claro que habría que ser valientes y honrados con nosotros mismos porque podríamos encontrar que al rememorar a una persona haya muerto o la hayamos perdido de alguna manera. O nos acordemos de una celebración de algo que no se volverá a repetir por su propia naturaleza única. Y corremos el peligro de rompernos en mil pedacitos pequeños. Bueno, que me voy por las ramas... recordando, recordando... llego a Henry Miller y mi encuentro sobrecogedor con su obra que sacudió mi vida hace años y lo sigue haciendo de alguna manera (cuando leí sus "Trópicos", "Primavera Negra" o su ensayo sobre Rimbaud, se me apareció la Virgen). De hecho, una frase suya encabeza este blog desde el primer día que abrí el garito éste. Sus escritos aún me reconfortan en mis penas y me alegran en mis ilusiones diarias. Me tocó el alma su celebración de la Vida a lo largo de todos sus libros, su ironía, su vasta cultura literaria autodidacta, su acidez y su individualidad. Sus polvos locos, su sarcasmo extrañamente vitalista. Sus ansias de VIDA. Bohemio en París o en California después, con mil oficios, siempre con tiempo para disfrutar un pastís o un Ricard con un amigo en un café, íntimo (mucho) de Anais Nin, escritor de raza, autoexiliado de la masa, lujurioso y asceta al mismo tiempo. Torrentes de palabras frescas que te arrastran con ellas. Hippy antes que todos los hippies. Hombre.
"Interésate por la Vida tal como ésta surge ante tus ojos. La gente, las cosas, la literatura, la música… ¡El mundo es tan rico! Palpita con sus tesoros, con sus almas bellas y gente interesante. Olvídate de ti mismo".
"Nuestro Destino no es llegar a un lugar sino conseguir mirar las cosas de forma diferente".
"Lo más irritante era que, a primera vista, la gente solía considerarme bueno, amable, generoso, leal, etc., porque estaba exento de envidia. La envidia es la única cosa de la que nunca he sido víctima. Nunca he envidiado a nadie ni nada. Al contrario, lo único que he sentido ha sido compasión hacia todo el mundo y por todo".
"Confusión es la palabra que hemos inventado para referirnos a un orden que aún no comprendemos".
"Cada instante es oro para quien tiene la capacidad de reconocerlo".
"Todo hombre tiene un Destino, y su único imperativo es seguirlo, sin importar a dónde te lleve".
Gracias por el post,una vez leído me puse a la faena, Trópico por la mañana en las horas muertas del trabajo que es escaso estos días, luego vuelvo ha hechar un vistazo en casa, porque en la pantalla del ordenador no puedo subrayar. De momento... claro qeu me gusta hay veces que me pierdo con él, en sus divagaciones, pero soy vagabundo, errabundo voluntario.
ResponderEliminar"Lo esencial es querer cantar. Así pues, esto es un canción. Estoy cantando."
dice en la primera página , y yo le escucho, todo menos indiferente.
Arqui.- Quizás el arranque de "Capricornio" sea más digerible e impactante que "Cáncer" pero ambas son obras enormes. Y lo has captado: "lo esencial es querer cantar". Es uno de esos tipos con los que sintonizas de por vida (en mi caso). ¡Estate muy atento a descubrir el lado poético y sensible de sus excesos, lo hay, y es lo más atractivo! Es un asceta y un crápula, un cretino y un romántico... pero ante todo un observador de la realidad humana, mundana y divina al mismo tiempo ¿No es eso bello?. Esto dice.
ResponderEliminar"Una vez que has entregado el alma, lo demás sigue con absoluta certeza, incluso en pleno caos. Desde el principio nunca hubo otra cosa que el caos: era un fluido que me envolvía, que aspiraba por las branquias/.../ En todo veía en seguida el extremo opuesto, la contradicción, y entre lo real y lo irreal la ironía, la paradoja. Era el peor enemigo de mí mismo. No había nada que deseara hacer que no pudiese igualmente dejar de hacer. Incluso de niño, cuando no me faltaba nada, deseaba morir: quería rendirme porque luchar carecía de sentido para mí. Consideraba que la continuación de una existencia que no había pedido no iba a probar, verificar, añadir ni sustraer nada. Todos los que me rodeaban eran unos fracasados, o, si no, ridículos. Sobre todo, los que habían tenido éxito. Estos me aburrían hasta hacerme llorar. Era compasivo para con las faltas, pero no por compasión. Era una cualidad puramente negativa, una debilidad que brotaba ante el simple espectáculo de la miseria humana. Nunca ayudé a nadie con la esperanza de que sirviera de algo; ayudaba porque no podía dejar de hacerlo. Me parecía inútil cambiar el estado de cosas; estaba convencido de que nada cambiaría, sin un cambio del corazón, ¿y quién podía cambiar el corazón de los hombres? De vez en cuando un amigo se convertía; era algo que me hacía vomitar. Tenía tan poca necesidad de Dios como El de mí, y con frecuencia me decía que, si Dios existiera, iría a su encuentro tranquilamente y le escupiría en la cara.
Lo más irritante era que, a primera vista, la gente solía considerarme bueno, amable, generoso, leal, etc., porque estaba exento de envidia. La envidia es la única cosa de la que nunca he sido víctima. Nunca he envidiado a nadie ni nada. Al contrario, lo único que he sentido ha sido compasión hacia todo el mundo y por todo."