Más de 7 millones de personas se han quedado en tierra por el volcán. De acuerdo, quitemos las urgencias médicas, los reencuentros familiares largamente anhelados y los amantes que desean verse para acariciarse. Pero bendito volcán. Cuando yo cogía aviones anhelaba esto. Que no saliera el avión. Que se colapsara el mundo. Suspender reuniones, móviles, conversaciones tópicas, taxis urgentes, color gris ... ¿Para qué? Para volver a lo esencial, a lo improvisado y alejarte de la prisa. Así que hay 7 millones de personas colgadas que tienen una magnífica oportunidad. Un pequeño lapso en su vida frenética para pensar, comprarse una libretita en las tiendas del aeropuerto- en vez de una corbata de 70 €- y escribir qué quieren de su vida. O qué no quieren en su vida. Quiénes son. Cómo tratan a sus semejantes. Cuándo lloraron por última vez. Quiero pensar que habrá una persona, sólo una al menos, que tras ese tiempo inesperado en un aeropuerto o una rutina rota imprevisiblemente, será diferente cuando al final llegue a su destino. Quizás llegue a emprender una nueva vida. Y todo porque ha reflexionado por el puro azar de una ceniza suspendida en el cielo. O porque se ha dedicado a dialogar con su compañero de viaje frustrado y acaba de descubrir a alguien tan especial que será su mejor amigo el resto de su vida o porque ha conocido a una mujer en la cafetería del aeropuerto a quien jamás habría conocido de otra manera y que pondrá su mundo patas arriba. La vida está llena de milagros cada día. No nos paramos a verlos.
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Totalmente de acuerdo, a veces no hay como el caos para dar algo se sentido a la vida. Aunque muchas personas se habrían cagado en lo sagrado, estoy seguro que a muchas otras la botella de champan se les quedo corta.
ResponderEliminarCuriosa e interesante interpretación de las cenizas voladoras y los aviones quietos. Me gusta. Sobre todo después de oír montones de mentecateces a muchos tertulianos, temerosos del capital y de los poderosos con poder económico. ¿Por qué no haces una pintada bien grande por ahí, en alguna pared bien visible de la ciudad?
ResponderEliminarbesos
la chica de la bici
a eso se le llama... el libre albedrío ,algo que las nuevas generaciones ni conocen siempre tan pegados a su mobil
ResponderEliminarChica de la bici.- Cuando vivía en Madrid -y aún estudiando en una de las mejores Business Schools del mundo- lo hacía con pequeños mensajes pegados en la pared y en sitios insospechados. Ya sé que mi actitud es muy contradictoria pero así disfruto más la vida.También ahora ¿ein? Eran frases culturalmente terroristas o de ánimo espiritual. Papeles de un dedo de largo, discretos y difíciles de ver. Esa era la magia. Yo suponía que cuando alguien los viera , podrían ayudarle. Tengo un post al respecto de fecha 10 de febrero.
ResponderEliminarDeberíamos hacer algo similar en Pamplona...¿no?
Por ejemplo,sobre si debe haber una o dos semanas del pintxo al año pero de un punto de vista psico-sexual jungiano o así...
Por cierto, yo haría a ese volcán personaje del año...y quemaría todos los putos libros de autoayuda.