Japón, 1935
Nobel, 1994
Hombre... si Henry Miller (mi papá espiritual con permiso ¿eh?) ya decía de él que era un continuador legítimo de Dostoyevski pues ustedes me dirán. Retorcido pero valiente, también con huevos como otro por ahí abajo en el blog. Un dilema moral de vida o muerte; sacrificio de por vida o ser tú mismo. Y no. No hay un terreno confortable intermedio en el que refugiarse ¿Hastá dónde sacrificarse por alguien a quien "se supone" (moral y humanamente) que debes cuidar pero a quien no quieres? Así que nuestro prota se ve llevando una vida que no quiere. La vida de todos nosotros está llena de elecciones que llevan aparejadas obligaciones así que cuando estas obligaciones son de por vida ¿qué ocurre si la persona que somos hoy no es la que éramos entonces? Esto es algo que le pasa a mucha gente pero ¿cómo romper con todo si "debes" tener ciertas obligaciones graves? ¿Qué alternativas tomar?¿Qué hacer cuándo estás atrapado antes de los 30? Y sabes que hay otros mundos, otros cuerpos a los que amar, otros hombres libres que deciden su destino. Tu vocación contra tu obligación. Y sobre todo la valentía de tratar un tema extremadamente espinoso como el nacimiento de un hijo deforme y enfermo. Pocos escritores son tan sinceros (cierto que ayuda el que el autor haya pasado por tener que cuidar a un hijo enfermo desde nacimiento). No huye de la crueldad moral que habita en nosotros en el fondo negro del pozo del alma. Nuestro protagonista, antes de tomar cualquier decisión, vaga sin rumbo, bebe whisky como un cosaco, charla y duerme, más que folla, con una amiga , no con su esposa que está tirada en el hospital porque acaba de dar a luz. Esta amiga es como esa diosa del oráculo con la que puedes o no acostarte, porque eso al final no tiene importancia. Está ahí para escucharte y darte de beber en su casa sin juzgarte. Porque te regala conversaciones tan purgantes como el mejor de los polvos. Ese exquisito toque japonés que sabe a pura hiel. Sadomasoquismo filosófico pero real como la vida misma; está a nuestro alrededor cada día. Radicalmente solos en medios de las personas a quienes "debemos" amar y proteger. Y este libro ES literatura porque ES parte de la Vida. Como mirar nuestro lado más diabólico sin pestañear y hasta excitándonos. Es un narrador inteligente, hasta poético es sus descripciones, símiles, ... y audaz: no teme hacer aparecer el morbo sexual en la escena más patética e inapropiada moralmente. Y la perspicacia para el mal y la culpa cuando los hace hacer acto de presencia con toda conciencia de dicha maldad. Un libro tan desasosegante como hermoso. Absténgase almas sensibles, seminaristas y niñas de primero de carrera que no sean retorcidas.
desasosegante me inquieta, hermoso me atrae, soy sensible pero no tengo alma, me siento agnóstico, crecidito y retorcido, creo que lo acabaré leyendo.
ResponderEliminarAjá. La atracción de lo prohibido...hacer que el morbo pase de lo intelectual a lo real...solo hay un pasito...y si eres "agnóstico, crecidito y retorcido" lo tienes a huevo. Aunque eso de no tener alma...no vaya a ser que la acabes encontrando precisamente en la transgresión.
ResponderEliminarOtro libraco en el que coincidimos. Lo leí el año pasado, creo, buscando respuestas, referentes, eso que algunos hacemos con los libros además de disfrutarlos, y me encantó su brutal sinceridad, tal que anula el morbo según mi opinión. Me sentó de maravilla.
ResponderEliminarMe alegra que lo hayas traído al blog.
Ah, y lo de saltar y bailar, cuando quieras y en cualquier sitio que no sea un recital, claro..ja ja.
Ana.-Es un libro tan radical como purificador, digamos. Aunque el final es muy acelerado. Dostoyevski se habría recreado más (unas 200 páginas más, jeje).En la atmósfera del libro supongo que tiene que ver también la mentalidad japonesa en donde sensibilidad y crueldad a veces van de la mano. Ese libro en Occidente , habría sido difícil. Habría caído en el mero existencialismo sin componentes morbosos y deliciosamente retorcidos.
ResponderEliminar